Nos piden los amigos de LechazoConf que escribamos una historia de éxito y llevo unos días dándole vueltas, pensando qué podríamos contar que fuera interesante.
Creo que lo primero sería ponernos de acuerdo en qué se entiende por éxito en nuestro sector y esto es sobre lo que voy a tratar de reflexionar en este post.
OSOCO cumplió el pasado enero 15 años de existencia. Sin embargo, nuestro periplo dista mucho del típico ciclo de vida que se presupone a una startup o una empresa tecnológica. Al menos del que nos han vendido que hemos de seguir para formar parte del star system del emprendimiento.
Para empezar, el capital social que necesitamos para constituirnos inicialmente —3.000 euros, ya que somos una sociedad limitada— provino de 1.500 euros en efectivo y el portátil con el que trabajaba mi socio Rafa, que se se valoró en los 1.500 euros restantes.
En OSOCO nunca hemos acudido a rondas de financiación, business angels o fondos de capital riesgo. No contamos con celebridades en nuestro advisory board —de hecho, no gastamos de eso, lo siento. Tampoco celebramos eventos de team building, al menos de los que supuestamente debería celebrar todo emprendedor que se precie. Nosotros quedamos de vez en cuando con nuestras familias y nos comemos un buen arroz.
La familia @osoco, cada vez más numerosa, celebrando la Navidad en abril (en eso también somos diferentes). Un año más de trabajo en equipo… y ya son 15! pic.twitter.com/O15bLdr0Fq
— Rafael Luque (@rafael_luque) April 8, 2018
En OSOCO tampoco gastamos lo que no tenemos. Cuando tenemos algún beneficio lo reinvertimos para aumentar nuestras reservas para el futuro. Cuando tenemos más beneficio, lo gastamos en formación y en buenas herramientas para nuestros profesionales. Y si tenemos aún más beneficio, lo repartimos entre todos los integrantes de OSOCO.
Diría que este ha sido precisamente nuestro principal éxito: haber alcanzado un éxito diferente del preconcebido por el sistema. Si quieres, es un éxito que no mola, un éxito poco awesómico; pero éxito al fin y al cabo.
El nuestro es un modelo de éxito silencioso, sobre el que no se escribirán libros, ni se organizarán conferencias, pero que a mi juicio —y siempre según cuál sea el contexto de tu iniciativa emprendedora— puede tener grandes ventajas para el emprendedor, los empleados y para la sociedad misma.
Unicornios
En los últimos años la palabra “emprendedor” se ha manoseado tanto que ha pasado de ser un adjetivo, que en ocasiones podía aplicarse a algunos empresarios, a convertirse en un sustantivo para denominar a una suerte de semidioses que cabalgan a lomos de míticos unicornios. Ser emprendedor es el new new black, lo más cool desde la invención de la rueda.
Pues bien, tengo una mala noticia: los unicornios son animales míticos y por tanto, difíciles de ver en la vida real. Según un estudio publicado en 2017 por CBInsights sobre un cohorte de 1.098 empresas tecnológicas americanas con financiación semilla, se desprende que menos del 1% (10) acabaron convirtiéndose en unicornios —compañías valoradas en más de 1.000 millones de dólares— y un 70% de las empresas acabaron abandonando el embudo de rondas de inversión; es decir, murieron o se autofinanciaron.
A pesar de todo, son varias las fuerzas que nos impulsan al emprendimiento. Entre ellas los intereses económicos de inversores, el tratamiento mediático del fenómeno, e incluso desde el ámbito político pasa por ser una solución para resolver los problemas de desempleo del país: “si no hay oferta de empleo de calidad, no hay de qué preocuparse, siempre puedes autoemplearte y triunfar persiguiendo tus sueños” [sic].
No sólo se edulcora el emprendimiento, sino que se cacarea un tipo de emprendimiento muy concreto, precisamente el que persigue al mítico unicornio.
Por un lado tenemos a los empresarios tradicionales, personas grises en su mayoría. Saben mantener empresas rentables, pagar nóminas e impuestos, pero les falta creatividad, glamur y sobre todo ambición. Se contentan con tan poco… Un buen emprendedor del sistema debe aspirar a la dominación del mundo. Este acaba convirtiéndose en el verdadero objetivo.
Las recetas para el éxito que prescriben los expertos del sistema startapil pasan por crear empresas con la premisa de levantar ingentes cantidades de dinero en un tiempo récord, montar oficinas sexis, de las que cuentan con billares, sofás, tablas de surf… incluso cabras pastando en el césped del jardín si es preciso.
Lo importante es conseguir dinero. Después, pensar en qué gastarlo será fácil. Te dirán que la cuenta de resultados, el flujo de caja o el break even no deberían ser tu prioridad, ya habrá tiempo para eso. Lo importante es el crecimiento, la valoración y otros tipos de vanity metrics, como impactos en prensa, número de descargas de apps, número de empleados, seguidores en redes sociales y algunas otras más divertidas que puedes encontrar en el siguiente hilo de Twitter:
What are most common vanity metrics that startups measure and consider important (but aren't)?
— Kunal Shah (@kunalb11) September 3, 2017
Lemmings
Muchos de nuestros clientes en OSOCO son startups, con lo que tengo ocasión de conocer a emprendedores de todo tipo con iniciativas en diferentes fases.
Hace sólo unas semanas mantuve una reunión con una persona dispuesta a emprender que buscaba un socio tecnológico. Hasta aquí todo normal. La sorpresa llegó cuando me explicó que tras las primeras tomas de contacto con algunos inversores, estos le garantizaban conseguir, de manera presumiblemente fácil, alrededor de 7 millones de euros en una primera ronda. Os recuerdo que lo único con lo que contaba este emprendedor era con una idea. Sin prototipo, sin ninguna validación del fit-to-market (porque la intuición no cuenta) y sin experiencia previa en otras startups.
Con independencia de que la inversión prometida se pudiera acabar concretando, cosa que dudo mucho. El caso es que el efecto de tal posibilidad en esta persona era evidente para mi y a todas luces contraproducente. Se encontraba absolutamente deslumbrado por la situación. Lógicamente, a mi inmediata pregunta: “¿para qué necesitas 7 millones de euros?”, no acertó a responder con claridad. No pude evitar que me recordara a uno de aquellas simpáticas criaturas del memorable juego Lemmings, que a veces me divertía viendo cómo se precipitaban al vacío; uno tras otro; inexorablemente.
En cierto modo, no era del todo dueño de sus actos. Su orden de valores estaba siendo alterado por un sistema externo que aspiraba a mediatizar el hipotético potencial de su idea, apostando por ella, en un juego de probabilidades; sin interesarse siquiera por cuál sería su implementación.
Quiero aclarar que esto no es un rant en contra de las startups que necesitan y consiguen financiación. El problema, a mi juicio, radica en que no todo negocio tecnológico ni toda startup necesita de financiación externa. Además, en caso de necesitarla, tampoco hay que perseguirla a toda costa.
Esa búsqueda de financiación puede cambiar tus prioridades y empezar a percibir la financiación como tu objetivo como emprendedor, en lugar de como un medio, que es lo que debería ser.
Según, Marek Fodor, un conocido business angel y co-fundador de Atrápalo y otras startups, la secuencia ideal para el éxito de una startup sería la siguiente:
El problema del que denominaré modelo unicornio es que esta secuencia se pervierte y se sigue la sucesión de pasos 3-1-2, sin que la implementación del producto lo demande. Simplemente porque el acceso a la financiación es asequible y el sistema basado en métricas de vanidad así nos lo demanda.
Burros
En este modelo perverso de lemmings persiguiendo su unicornio, lo que a menudo se obvia es que la financiación se paga muy cara: con la libertad del emprendedor.
En estos 15 años, afortunadamente, no hemos necesitado financiación externa —excepto un leasing inmobiliario para nuestra primera oficina y ahora no repetiríamos aquel error. Como no la hemos necesitado, hemos preferido no buscarla innecesariamente.
Esto y algunas otras cosas que ya he mencionado son las que diferencian nuestro modelo de emprendimiento del modelo unicornio. Si tuviera que buscar un nombre para este otro modelo, quizá lo llamaría modelo burro.
El burro lleva 6.000 años ayudando al hombre en las tareas más ingratas y aún así sigue siendo un animal incomprendido. Aunque no tan llamativos como sus primos lejanos, los unicornios, si te fijas bien en ellos, descubrirás que son animales verdaderamente admirables. Son muy inteligentes, avispados, algo tercos y muy resistentes, capaces de cumplir con su tarea en las condiciones más duras imaginables.
En nuestro caso, autofinanciarnos nos ha hecho tener un crecimiento lento, pero de calidad. Incluso en los momentos en los que otros despedían por la crisis, nosotros pudimos seguir creciendo. Hemos generado beneficio desde el primer año, lo que implica que también hemos pagado religiosamente muchos impuestos. Algo de lo que estamos especialmente orgullosos.
Conseguir estar aquí, patrocinando conferencias como LechazoConf, 15 años después de aquel sueño; haber sido capaces de ser fieles a nuestros valores; haber creado una entorno de trabajo en el que la gente se siente a gusto, donde cada día intentamos ser un poco mejores que el día anterior; poder vivir de crear software útil para nuestros clientes, y haberlo hecho no a pesar de, sino gracias a no tener que rendir cuentas a ningún inversor que nos dicte qué debemos hacer en cada momento, creo que se puede llamar éxito.
A modo de conclusión, cuando el gurú de turno te diga que para emprender el break even no importa, que lo que importa es el crecimiento rápido, y te llene la cabeza de unicornios, por favor, piensa por ti mismo y no seas lemming. Ten en cuenta que otros modelos —como el nuestro y otros— también son factibles. No siempre, pero sí en algunos casos.
Quizá no serán tan glamurosos, quizá no serás nombrado Emprendedor del Año y quizá no te hagas asquerosamente rico. Sin embargo, si tu prioridad es poder vivir, sin más presiones de las necesarias, de una idea que te apasiona y al mismo tiempo ser capaz de generar una riqueza razonable para ti, tus colaboradores y tu sociedad; entonces debes saber que otro modelo de éxito es perfectamente posible.
¿Cuál es tu experiencia en este sentido? ¿Te has visto envuelto en alguna ocasión por la mentalidad imperante del modelo unicornio? Si es así, escríbenos algún comentario.
Si por el contrario has seguido el modelo burro u otro diferente, también puedes escribirnos. Nos interesa conocer tu experiencia.
Créditos
- Imagen de cabecera: Foto de evergreen_souls de Twenty20.com con licencia Royalty-free images.
- Oficina de Nokia: Foto de accionpreferente.com de Pinterest.
- Lemmings: GIF animado de Giphy.
- La secuencia de éxito: Imagen del blog de Marek Fodor.
- Burro: Foto de nitsogar de Twenty20.com con licencia Royalty-free images.